Una de las cosas más importantes que hay que tener en cuenta a la hora de elaborar cerveza, es que hay que limpiar y desinfectar las botellas que vamos a usar. Es una necesidad básica, ya que el mosto además de ser el alimento de la levadura que inoculamos, también lo es para muchas bacterias, hongos y levaduras que puedan estar en el ambiente.
La cerveza deberá siempre estar guardada en almacenes limpios, evitando la suciedad presente. Hay recordar que la cerveza adquiere fácilmente olores y gustos extraños, lo que le hace perder sus características organolépticas originales.
Previamente a dicha limpieza, en nuestro caso, se ha eliminado con agua y jabón las etiquetas de las botellas, ya que eran reutilizadas. En segundo lugar, se han eliminado los restos de las etiquetas de las botellas con lejía, además, conseguimos así la esterilización. Para la limpieza y la esterilización del interior de las botellas, hemos utilizado una disolución de NaOH con una concentración del 10%, mezclada con agua muy caliente, donde hemos sumergido las botellas durante media hora.
Finalmente, las dejamos secar boca abajo y las enrollamos con film según su tamaño, en grupos de seis botellas para que queden fijadas y no cojan polvo mientras estén esperando a que se elabore la cerveza y puedan ser usadas en su posterior embotellamiento.